Si tienen ya unos años -o si son asiduos a los comercios de todo a 100- conocerán las populares novelas del oeste que editaba como churros Bruguera. Casi todas ellas firmadas con nombres anglosajones, y casi todas ellas producto de plumas españolas. El dibujante barcelonés Jordi Pastor recupera ese espíritu del ‘pulp’ en su tebeo ‘Vaquero‘ para trasformarlo en una historia de emociones en plena Rambla de Barcelona.

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‘Vaquero’ (Ponent Mon) es, en palabras de su autor, ‘un western urbano’. Es la historia de Felipe, un inmigrante brasileño que se gana la vida como estatua humana en las Ramblas y que, sin querer, se convierte en testigo de un asesinato. A partir de ahí , el protagonista se verá envuelto en el fuego cruzado entre redes de narcotráfico y prostitución, y para enfrentarse a la situación solo contará con la ayuda de Andrés, otra estatua humana -esta vez de romano- con pasado como escritor de novelas del oeste. Jordi Pastor responde a la preguntas de ‘Viñetario’, y reconoce que «me encantan los personajes que son catalogados como perdedores».

¿Cómo definirías ‘Vaquero’ para un lector que se pregunte ‘esto qué es’?

Es un western urbano, ambientado en Barcelona, donde los personajes que puedes encontrarte cualquier día en la calle se convierten en protagonistas.

‘Vaquero’ es en cierta manera un homenaje formal y sentimental a las novelas ‘pulp’ del oeste. ¿De dónde surge tu interés por este mundo?

Es un tema que me ha apasionado siempre. Sobretodo la figura del escritor de ‘bolsilibros’, nunca reconocida del todo. Poco a poco he ido conociendo a gente con la misma afinidad por este género y hoy por hoy mantengo amistad con un escritor de aquellos años.

Sin embargo, a pesar de partir de esta idea, la obra trata una historia bastante realista, ambientada en Barcelona. ¿Qué buscabas contar?

Eso me ocurre la mayoría de veces, en principio estoy interesado en crear una historia de género, pero la vida que llevas, todo lo que te rodea, influye en tus personajes y sin quererlo acabas hablando de pequeñas cosas que de alguna manera te afectan. Desde problemas sociales, a cuestiones de carácter personal…

Unas estatuas vivientes, prostitutas, madames venidas a menos… ¿Es una historia de perdedores?

Me encantan los personajes que son catalogados como ‘perdedores’, tienen tantas historias para contarnos. Pero por otro lado tampoco me siento a gusto etiquetando de esa manera algunos conceptos, se puede discutir mucho sobre la percepción que tiene cada persona a la hora de definir cosas como esa.

Son temas de calado social, como la inmigración, pero situados en un tebeo casi de género negro… ¿Te facilitaba abordar lo que querías? ¿O surgió así?

El género es una forma fantástica de abordar temas de carácter actual, como fábulas modernas.

A pesar de las derrotas, también hay cierta épica…

La épica hay que buscarla, lo que me gusta es que me muestren épica en momentos o situaciones en las que no debería existir. Además, la iconografía del western da mucho juego a la hora de mostrar épica, en eso he podido hacer un poco de trampa…

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Has optado por el bitono y las tramas. ¿Otro guiño al ‘pulp’ o era lo que te pedía la historia?

En ese aspecto Paadín es la persona que me asesoró en el diseño a la hora de abordar el proyecto. Entendió desde el principio lo que buscaba y sin él este cómic no sería lo que es. Yo estaba empeñado en hacer un cómic a color, pero Paadín me puso los pies en la tierra y me ayudo para que no me desviara de la concepción original.

¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?

Intento tener varios proyectos funcionando a la vez. Por un lado trabajo en varias historias cortas para una recopilación que tiene prevista su salida para el próximo Salón del Cómic de Barcelona. También hay un proyecto que dibujará Sagar con guión mío. Y tres proyectos con tres guionistas diferentes, Daniel Serrano, Paadín y M.A.Barral.

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Jordi Pastor otea la realidad a través de sus gafas